En atletismo, las carreras de relevo son carreras de a pie para equipos de cuatro o más, en las que cada corredor recorre una distancia determinada. Joaquín Ezcurdia comenzó su carrera en 1905. José María Ezcurdia Elizari, su hijo, la retomaría años después del fallecimiento de su padre. El tercer corredor, José María Ezcurdia Gurpegui dedicaría hasta su último aliento en sacar adelante la competición. Pero, ¿qué pasa cuando ya no hay más corredores?, ¿cuando las reglas del juego han cambiado?, ¿cuando no hay nadie para recoger el testigo?​​​​

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Myriam Ezcurdia Soria nos recibe junto con su hermano, José Mari, en la tienda del 41 en Paulino Caballero. Entre los dos recuerdan la historia de Muebles Ezcurdia y los tiernos años cuando, de la mano de su padre, observaron la vitalidad del negocio a carne viva. Sin embargo, los tiempos han cambiado. 

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Multinacionales como IKEA que venden productos de menor calidad pero a precios más baratos y el nuevo gigante en que se ha convertido el comercio en línea; han golpeado al comercio en los últimos años, pero, ambos hermanos Ezcurdia coinciden en que ese no es el principal problema… «Es también un poco la mentalidad, hoy en día la gente coge un piso y no se lo piensa quedar. Antes la gente se compraba un piso y creía que era para toda la vida, para ellos comprarse un mueble era una inversión», cuenta Myriam. A su lado, José Mari asiente: “La mentalidad en Europa es todo más efímero, no sabes si vas a vivir ahí [en ese piso] para siempre o si te vas a mudar a otra ciudad. Por eso no les interesa tener un armario, una silla, elementos que aunque valgan dinero… Esa mentalidad del consumidor para estos negocios no es rentable”.

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La verdad es que, por más que las anteriores generaciones que pasan frente al establecimiento de Muebles Ezcurdia recuerdan la mesa comedor de regalo de bodas, o el mueble para la tele que todavía mantienen al centro del salón; las nuevas generaciones necesitan algo nuevo y, Muebles Ezcurdia, como referente de muchos otros comercios en su misma situación, reconoce la necesidad de reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, a esa nueva mentalidad. Todo esto en un esfuerzo por no cerrar la persiana. Al menos, no definitivamente.